lunes, 13 de febrero de 2012

Laura Alonso: “La universidad tiene que entrar en la discusion sobre lo publico”


Laura Alonso (34) es la flamante Subsecretaria de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias, un lugar central para pensar el rol de las universidades nacionales de cara a los próximos años. Laura integra la agrupación La Cámpora y tiene un largo recorrido en la militancia universitaria y social. Con ella conversamos sobre el desafío que acaba de asumir, sobre la relación entre el peronismo y la universidad, la cuestión de la autonomía y la buena nueva de que muchos jóvenes de familias trabajadoras están ingresando por primera vez a un lugar que antes estaba reservado a las clases medias y altas.
Por Julia Mengolini
-¿Qué es la Subsecretaria de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias?
-Se creó a partir del segundo mandato de Cristina y tiene como objetivo empezar a coordinar y a aplicar la famosa sintonía fina de este segundo mandato en el ámbito universitario.
-¿Qué planes hay para aplicar la sintonía fina?
-En principio todas las funciones que tenía la Secretaria de Políticas Universitarias se mantienen. En este sentido, es importante que hagamos historia: en estos últimos años, este gobierno invirtió en las universidades como ningún otro, llegamos casi al 1 por ciento del PBI de inversión en políticas universitarias, crecimos en términos de infraestructura como nunca antes. Se crearon alrededor de 10 nuevas universidades de las cuales muchas están en el Conurbano, lo que genera también una democratización del acceso impresionante. Casi el 80 por ciento de los pibes que asisten a esas universidades son primera generación de familias que acceden a la universidad y eso está acompañado por una política muy fuerte y activa de becas. Además, está la intencionalidad de orientar esas carreras fomentando el estudio de las ciencias naturales y exactas en el marco de lo que es el proceso productivo nacional. Me parece que uno de los desafíos que tenemos es empezar a discutir y a plantear cuál es el rol de la universidad pública argentina en un país que tiene 48 universidades sostenidas por el Estado Nacional. Estamos lejos todavía del acceso universal como nos gustaría, hay muchos que todavía no llegan y uno de los desafíos nuestros es poder trabajar con los pibes que están cobrando la AUH, con muchos sectores que sostienen a la Universidad Pública pero que todavía no acceden a ella.
-¿Qué se puede hacer desde la gestión del Ministerio siendo la Universidad autónoma? ¿Cómo es esa relación?
-El tema de la autonomía siempre está muy presente y sigue sosteniéndose como bandera de la universidad, desde sus orígenes en la reforma del 18.  Y fue planteada en ese contexto. Nosotros ahora estamos planteando la necesidad de  pensar el concepto de autonomía en términos de la responsabilidad social que tiene la universidad. Cuando decimos “somos autónomos”, tenemos que pensar de qué somos autónomos. No podemos escindir lo que se produce en la universidad del conjunto de la sociedad. En ese sentido vale rediscutir el concepto de autonomía. Desde acá nosotros podemos implementar políticas que incentiven en un sentido. Un ejemplo de eso es el programa de Becas para el Bicentenario, donde se fijaron una serie de carreras prioritarias vinculadas a las  ciencias naturales y a las ciencias exactas que dan cuenta de una necesidad concreta de nuestro país en este nuevo proceso productivo.
-¿Cómo está la universidad en la actualidad respecto de ese puente que planteás que hay que tender hacia las necesidades populares?
-Yo creo que ahí tenemos un camino por recorrer, pero igual la universidad de hoy no es la de los 90, donde estábamos discutiendo el avance y el ingreso del mercado con el esponsoreo de empresas. Estamos en otra etapa. Ahora, lo que no podemos dejar de discutir es el vínculo de la universidad con el sector productivo, con el mercado, con el sector privado. Tenemos que empezar a concebir la universidad no cómo una isla adentro de la sociedad -donde se genera conocimiento en función de ningún objetivo- y poner ese conocimiento al servicio de los intereses de los más postergados. Me parece que ahí hay mucho por hacer. Hubo un momento en el que el Estado nacional aparecía como algo negado y me parece que hoy se puede no estar de acuerdo con las políticas de Estado, pero no se puede negar que hay Estado. Entonces la universidad tiene que entrar en la discusión sobre lo público y vincularse al fortalecimiento y a la generación de nuevas políticas que ensanchen derechos y amplíen las posibilidades de inclusión.
-Desde las ventanas de la Facultad de Derecho se ve la Villa 31 y jamás ningún profesor cuando yo estudiaba-que yo recuerde- dio cuenta de eso.
-Ahí hay una necesidad de profundizar la relación de territorialidad de la universidad, de que pueda efectivamente entablar un dialogo con su lugar.  Ahí siempre se plantean las actividades de extensión como esa instancia de derrame de conocimiento sobre los que no lo tienen. Hay que replantear esa relación en una instancia de construcción conjunta  de conocimiento para generar la transformación. En la universidad se genera muchísimo conocimiento, se investiga mucho y eso tiene que estar en función de resolver las demandas concretas de la sociedad, pero también hay otras instancias donde se construye conocimiento que vale y hay que construir ese puente para generar transformaciones reales y efectivas. El otro punto es cómo la universidad empieza a construir ese vínculo con lo público y empezamos a romper esa matriz de la formación para el ejercicio liberal de la profesión, para el mercado de trabajo sólo en el ámbito de lo privado.
¿Cómo fue la relación de la universidad con el peronismo? La versión más extendida es la de “Alpargatas sí, libros, no”.
-Mirá, hasta los propios no lo saben a veces pero el peronismo tuvo un rol fundamental en el proceso de democratización de la universidad. El 22 de noviembre se conmemoraron 60 años de la gratuidad de la Universidad Pública. La Universidad es pública y gratuita por el peronismo. Las raíces de nuestro proyecto político tienen que ver con ensanchar la posibilidad de que muchos más puedan acceder a la universidad. También está esta falsa dicotomía de libros o alpargatas y el peronismo, con esa decisión y con la creación de la Universidad Obrera y demás, dio cuenta de que son las alpargatas y son los libros, son las dos cosas. Hay una fuerte preocupación en el peronismo por fomentar la investigación y el desarrollo tecnológico, vinculado al modelo productivo nacional y de crecimiento. Ahí las universidades nacionales tienen un rol fundamental. Una de las primeras medidas de Néstor Kirchner fue nombrar a las universidades públicas como consultoras de privilegio del Estado frente a cualquier decisión de política pública que hubiera que tomar. Ahí está claro que no hay un desprecio sino todo lo contrario, hay una preocupación y una intención de darle un rol protagónico a la universidad en función de un proyecto emancipatorio y de mayor justicia social.
-¿Dónde estudiaste?
-En la UBA, Trabajo social.
-¿Donde empezaste a militar?
-Yo empecé mi militancia a mediados de los 90 en un comedor en la Villa 1-11-14 al que llegamos a través de un grupo de compañeros que nos convocamos a partir de un trabajo en el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales, en el año 96, que estaba vinculado en ese momento a la experiencia del Frente Grande. Ahí estuve militando 3 años sólo en el territorio haciendo las cosas que hacíamos en ese momento: el merendero, el apoyo escolar, las actividades sociales escindidas de la tarea más política. Después me agarró por militar adentro de la Universidad. Ahí milité en la Agrupación Lucía Cullen, un espacio exclusivamente de la Carrea de Trabajo. Fui consejera estudiantil de la carrera y del Consejo Directivo de la Facultad.
-¿Cómo fue la experiencia de ser consejera?
-Fue un poco empezar a conocer la institucionalidad de la Facultad. Siento que aprendí muchísimo, que fue conocer la universidad desde adentro para entender ciertas lógicas propias de una universidad como la UBA con magnitud que tiene. Es algo que me aportó.
-¿Por qué empezaste a militar?
-Vengo de una familia militante, la política era un tema permanente en mi casa. De alguna manera, si bien nací en el 77 y no tengo registro de la dictadura, sí tengo destellos de lo que fue la guerra de Malvinas. Pero a partir de la recuperación democrática, la cuestión de la participación política en mi casa era un tema importante. Ahí yo reconozco el germen. Y después siempre hubo como una vocación justiciera. El primer libro político que leí fue a los 11 años, la biografía del Che, escrita por Hugo Gambini.
-¡Era momento de leer Blancanieves!
-¡Exacto! Pero estaba ese libro ahí y a mí la figura del Che me llamaba la atención. Y con el peronismo me empecé a amigar entrados los 18. Ese momento del despertar adolescente con la política es más fácil con el Che. Pero seguimos con las lecturas de Jauretche y Scalabrini Ortiz, que también estaban en la biblioteca de mi casa.
-¿Y Blancanieves no estaba en ningún lado?
-¡Que se yo! Supongo que estaba pero de más chiquita.
-¿Cuando te hiciste kirchnerista?
-Yo lo voté a Néstor.
-¿Por convicción o qué?
-No sé. Yo lo escuchaba y le creía. Pero no creí que fuera a ganar. Lo voté a Néstor pensando que iba a haber una continuidad de aquello que había empezado Duhalde con el tema del Plan. Si bien ya sabemos lo que significaron esos años de duhaldismo -la devaluación asimétrica implicó una transferencia de recursos hacia el sector de los que siempre tienen- se abría una pequeña grieta para rediscutir el tema de la política social y poder empezar a atender sectores que hasta ese momento no tenían la más mínima chance de ser considerados por el Estado. De alguna manera ahí empezó cierta atención hacia un sector que estaba totalmente negado hasta ese momento. Yo no creí que Néstor iba a hacer todo lo que finalmente hizo pero pensé que por ahí estaba la posibilidad de seguir ensanchando al menos ese camino. Era como muy mínimo el horizonte que teníamos en los 90. Las cosas a las que aspirábamos en aquel entonces ahora son el piso por el cual hoy muchos pibes se suman a la política.
-¿Qué horizonte ves ahora?
-Me parece que se abre una posibilidad histórica inigualable porque en nuestros 200 años de historia, nunca se había dado que un gobierno popular tuviera tres mandatos consecutivos. Ni siquiera el peronismo en su momento. Se abre una agenda que tiene que ver con consolidar lo hecho y otra que tiene que ver con ir por más.
-¿Qué impronta te parece que la da la juventud a la gestión?
-Por un lado lo obvio, que es la fuerza y el empuje de los jóvenes, la energía y la vitalidad que le ponemos, aunque hay que decir que hay gente grande con empuje y jóvenes viejos. Pero me parece que lo que le aportamos quienes venimos de una experiencia militante es eso: la lógica militante al trabajo en la gestión. Nosotros tenemos una fuerte preocupación por construir un Estado militante, que esté permanentemente atento a la demanda y a estar cerca de la gente. Me parece que llegar a la gestión desde un espacio militante, no es lo mismo que tener un master en San Andrés, donde por ahí tenés todos los pergaminos y la acreditación del conocimiento académico pero te falta esa cosa de entender que cuando tenés que mover un expediente es porque atrás hay una persona con una necesidad concreta. Por eso militás cada expediente.
-¿A qué le decís ni a palos?
-A volver a los 90, a retroceder. Ni un paso atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario